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LA OTRA GUERRA DEL COVID-19 (2): LA DEBILIDAD ECONÓMICA

«La casualidad es un desenlace, pero no una explicación»  Jacinto Benavente (Premio Nobel de Literatura en 1922)

Hace unos días [1] contamos cómo España, en línea con el resto de sus socios europeos, aplicaban medidas restrictivas a las inversiones extranjeras en sus sectores estratégicos, para evitar que en estos tiempos de semi-parálisis de las estructuras del Estado, y sobre todo, de una devaluación de más de 100 mil millones de euros en el valor de las empresas cotizadas en el IBEX-35, se pudiera perder el control de sectores esenciales para la economía, estabilidad, suministros y defensa nacional.

Las no cotizadas probablemente hayan sufrido una caída mayor, cuando no su condena al cierre o abocadas a venderse a inversores extranjeros a precio de saldo.

Y resulta inevitable dirigir las miradas a China. No solo por ser el primer foco de infección del COVID19, sino porque situando a este inmenso país en el contexto económico internacional de los últimos años, vemos cómo sigue un plan bien diseñado  de compra y control de sectores estratégicos en los 5 continentes. Y mira usted por donde, ahora todo está a precio teórico de ganga.

China sigue un plan bien diseñado de compra y control de sectores estratégicos en los 5 continentes 

No hace falta remontarse muy atrás para echar un vistazo a una incansable trayectoria de penetración en sectores sensibles en áreas geográficas del mundo con posiciones geoestratégicas. Hagamos un rápido recorrido por el mundo, aconsejable además en estas semanas de confinamiento forzoso:

ÁFRICA Y OTRAS ZONAS EN VÍAS DE DESARROLLO

La quinta economía africana, Kenia, ofrece sin duda un atractivo interesante. A pesar de su crecimiento cercano al 6% adolece de muchas carencias en infraestructuras, entre otros sectores.

Hace unas semanas China concluyó una obra de más de 3 años en el tendido ferroviario que une longitudinalmente Kenia, de Nairobi a Mombassa, haciéndose así con un eje de comunicación en un rincón estratégico de África, que le conecta desde el océano índico al interior del continente. 

Al igual que en otros países subsaharianos, el objetivo inversor de China se dirige principalmente al sector comercial (inversiones que aportan poco o nada al sustrato social africano), infraestructuras y gran industria (mediante acuerdos públicos con las autoridades estatales locales), así como a la explotación de recursos naturales que le resultan necesarios para sostener la gran fábrica china.  Las exportaciones de China a África ascendieron a 208.000 millones de $ en 2019. La financiación, la tecnología, y la mano de obra cualificada siempre la aportan los inversores chinos, por lo que raras veces se valen de personal cualificado local, al que suelen demandar solo la mano de obra menos cualificada, dejando por tanto poco impacto positivo social en el entorno.

China utiliza hábilmente dos factores que le reportan una ventaja competitiva frente a otros países a la hora de acometer inversiones en África:

  1. El primero es que no condiciona su interés a que el país receptor cumpla escrupulosamente los estándares internacionales de respeto a los derechos humanos.
  2. El segundo es que, paradójicamente, a China le acompaña un halo de país cooperante y comprometido con el tercer mundo, lo que le aporta prestigio y neutralidad en el concierto internacional.

Frente a ello, los potenciales inversores europeos están en clara desventaja:

  • por un lado se rigen por códigos éticos cada vez más estrictos,
  • por otro, arrastran todavía un pasado de potencias colonizadoras.

Frente a EE. UU, a su vez, China juega con la ventaja de competir con quien mundialmente es conocido por querer imponer “su orden mundial”.

El gigante asiático, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, maneja hábilmente sus abstenciones en las votaciones que permiten adoptar resoluciones de condena, de represalias, de intervenciones o de embargos. De esta forma, permite sacar adelante las decisiones pero sin dañar su imagen. En definitiva, nadando pero guardando la ropa, que diríamos en el tono más castizo.

China no condiciona sus inversiones al cumplimiento de los estándares en materia de derechos humanos

LATINOÁMERICA

China comenzó a penetrar en las economías latinoamericanas hace más de 20 años, e igualmente, interesándose por las infraestructuras, transporte, recursos naturales y materias primas, además del tradicional comercio de productos de gran consumo a bajo precio.

En Venezuela, China se ha colocado a la cabeza en país consumidor de crudo y sus financiaciones crecen imparablemente.

En Chile, una de las economías más potentes del continente, las inversiones chinas van igualmente a los mismos sectores, además del minero y agroalimentario. Algunas compañías como Huawei (quien plantea unir Asia con Chile por un cable de fibra óptica), MoBike o DiDo están invirtiendo intensamente en sectores tecnológicos.

Además de las inversiones, China ofrece financiación. En 2019 ésta supero los 1.100 millones de $ y se han anunciado inversiones en energías renovables por valor de 12.000 millones de dólares. La oferta es difícilmente rechazase.

EUROPA

En Europa, entendida a estos efectos solo como Unión Europea, el crecimiento durante última década ha seguido la misma tendencia que en otros continentes. De los primeros intereses en comercio de electrónica básica de consumo, China viene apostando por una transformación de su modelo productivo hacia una potencia en tecnológica e innovación y las inversiones en sectores estratégicos ha sido constante.

De forma parecida a como comentábamos respecto de la desventaja de Europa en África, ésta sufre en sus propias carnes su nivel de compromiso con la transparencia, de mecanismos de control y un avanzado marco jurídico que protege, pero también exige, cumplir determinados parámetros considerados hoy día una conquista de la democracia, el bienestar y la ética de los negocios. China en cambio no actúa de forma recíproca con las inversiones europeas en su suelo, entre otras cosas y principalmente, porque tratándose de una dictadura con un concepto sui generis de la propiedad privada, el intervencionismo y la estrecha unión de toda industria al poder del Partido Comunista gobernante desequilibran enormemente una sana competencia.

China no ofrece reciprocidad a los inversores europeos en seguridad jurídica, ética y transparencia

Aunque con un descenso en 2019 respecto del 2018 y 2017, las inversiones directas de China en Europa el año pasado acapararon principalmente el sector de las infraestructuras y transporte, básicamente destinadas al sector del gas en Reino Unido, automoción y sector financiero. El 57 % fueron registradas directamente como inversiones estatales, si bien esta distinción entre lo público y lo privado no ofrece exactamente el mismo significado que en Europa.

Según publicó recientemente la revista americana Foreign Policy, China utiliza el Covid19 para sembrar cizaña entre los socios europeos, y habría utilizado la crisis sanitaria para justificar un medido aislamiento temporal y desconexión económica del resto del mundo (expulsando a periodistas extranjeros y monopolizando estatalmente la información sobre la pandemia), de tal forma que nada de lo que ha salido informativamente hablando pueda contrastarse.

Para el semanario Foreign Policy, China habría utilizado la crisis del Covid-19 para dividir a los países europeos

Pero al igual que su imagen de “país no alineado”, y en cierta manera “neutral” en el concierto internacional, China acude de vez en cuando a la realización de actos de solidaridad aparentemente desinteresada. Europa, además, es un terreno especialmente fértil para ello, teniendo en cuenta que en las últimas décadas este concepto se ha convertido casi en un valor absoluto, presente necesariamente en el ideario de cualquier sociedad, gobierno, organización y que aporta además un plus de valor a cualquier compañía que demuestre tenerla entre sus valores corporativos.

Un ejemplo de ello lo encontramos, de nuevo, en Huawei, quien ha donado a Países Bajos 800.000 mascarillas para protección frente al coronavirus, en un país en que el impacto de la pandemia es sensiblemente menor que en los de su entorno. ¿es casualidad que la subasta de las licencias 5G esté prevista para el próximo mes de junio, y que el Gobierno debe aún deliberar si la compañía china quedará o no excluida tras las recientes acusaciones mundiales de espionaje?  Como recordaba el Nobel español, Jacinto Benavente, la casualidad nunca es la explicación, sino la consecuencia.

Es verdad que la UE ha actuado coordinadamente en la suspensión de las inversiones extracomunitarias en sectores estratégicos, si bien de forma pobre y tibia. También es cierto que una norma no puede señalar tan directamente a nadie, sin evitar un conflicto diplomático. Se ha hecho manifiestamente tarde, y después de haberse producido ya varios vetos gubernamentales en los últimos meses:  Alemania vetó la compra del fabricante de máquina herramienta Leifiled Metal Spinning AG y en la misma línea, EE. UU. bloqueó hace unos meses los intentos de compra de la compañía Lattice Semiconductor Corp por cuestiones aducidas de seguridad nacional.

Mientras China y la UE comercian a razón de 1.000 millones de euros diarios, la UE entabló negociaciones en 2013 tendentes a crear un acuerdo marco de inversiones y comercio con China, que periódicamente va completándose mediante reuniones bilaterales y avances tímidos. El principal problema es la ya comentada falta de reciprocidad con Europa en los mecanismos de seguridad jurídica, transparencia, órganos de control sobre el fair play del mercado y la excesiva discrecionalidad en las decisiones administrativas del país asiático.

Europa tendrá que concluir acuerdos comerciales con China que equilibren las obligaciones de transparencia y fair play

En definitiva, esta crisis global de origen sanitario no solo concluirá con un balance de fallecidos e infectados extraordinario, sino con una manifiesta debilidad de las empresas occidentales frente a un país, como China, que no ha dejado escapar este, digamos que ″casual acontecimiento″, para impulsar sin rivales en liza, su estrategia de expansión y dominio de las zonas y sectores económicamente estratégicos que complementen su proyecto de ser algo más que la ″fábrica barata del mundo″.

Quedará por analizar en próximos artículos, la importancia que tienen la utilización de los canales globales de información, la creación de estados de opinión y la generación de noticias bien dirigidas en esta otra guerra del Covid19.

[1] La Otra Guerra del Covid-19 (1)

Artículo elaborado por Javier De la Vega, Abogado.


ESTUDIO JURIDÍCO DE LA VEGA & ASOCIADOS tiene como Partner estratégico a la compañía CYRITY especialista en inteligencia de riesgos, detección y análisis de amenazas digitales.

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